Skip to content
Home » La misión de Jesús en la resurrección de Lázaro

La misión de Jesús en la resurrección de Lázaro

Stan Lee - Wikipedia

Stan Lee (1922-2018) se hizo mundialmente famoso a través de los superhéroes de Marvel Comics que creó. Nacido y criado en un hogar judío en Manhattan, Stan Lee, en su juventud, fue influenciado por los héroes de acción de su época. Lee trabajó con otros talentos judíos como Jack Kirby (1917-1994) y Joe Simon (1913-2011). Estos tres hombres crearon la mayoría de los personajes de superhéroes cuyas hazañas, poder y disfraces, nos vienen a la mente con tanta facilidad a partir de películas taquilleras. Spiderman, Los X-Men, Los Vengadores, Thor, Capitan America, Los Eternals, Cuatro Fantásticos, Iron Man, El Hulk, Ant-Man, Pantera Negra, Dr. Strange, Viuda Negra, son los personajes de superhéroes que ahora todos vemos, los cuales se originaron de la mente y los bocetos de estos tres brillantes dibujantes de cómics. 

Todos hemos visto estas películas del estudio Marvel. Todos estos superhéroes tienen habilidades extra especiales, se enfrentan a villanos que también poseen poderes especiales, lo que resulta en conflictos poderosos y vívidos. El superhéroe, a través de la perseverancia, el poder, la habilidad, la suerte, el trabajo en equipo, encuentra alguna manera de derrotar al villano y en la mayoría de los casos, salvar la tierra y sus habitantes en el proceso. En definitiva, en el universo Marvel creado por Stan Lee, Jack Kirby y Joe Simon, el superhéroe tiene una misión que emprender, un enemigo que derrotar y personas que salvar.

Hemos estado mirando a la persona de Jesús, a través de su lente judío, buscando entenderlo en el contexto de las contribuciones que los judíos han hecho al mundo. Puede que muchos no se den cuenta, pero la serie de superhéroes de Marvel que tantos disfrutan hoy en día es otra contribución que los judíos han hecho para el gozo de toda la humanidad. A la luz del tema de los superhéroes, de las misiones y los villanos que resuena tan naturalmente con nuestro espíritu humano, surge una pregunta sobre la misión de esta persona judía del mundo real llamada Jesús.

¿Cuál fue la misión de Jesús? ¿A qué villano vino a derrotar?

Jesús enseñósanohizo muchos milagros. Pero la pregunta aún permanecía en la mente de sus discípulos, sus seguidores e incluso sus enemigos.

¿Por qué había venido? 

Muchos de los profetas anteriores, incluyendo a Moisés, también realizaron poderosos milagros. Moisés ya habia entregado la ley, y el mismo Jesús dijo que “no había venido a abolir la ley”. Entonces, ¿cuál era su misión?

Lo vemos en como ayudó a su amigo Lázaro. Lo que hizo tiene relevancia para usted y para mí aun en lo que vivimos hoy.

Jesús y Lázaro

El amigo de Jesús, Lázaro, se puso muy enfermo. Sus discípulos esperaban que sanara a su amigo, como sanó a muchos otros. Pero Jesús no sanó a propósito a su amigo para que se pudiera entender su misión más amplia. El Evangelio lo registra así:

Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas. María era la misma que ungió con perfume al Señor, y le secó los pies con sus cabellos. Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».

Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado».

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos:

—Volvamos a Judea.

—Rabí —objetaron ellos—, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?

—¿Acaso el día no tiene doce horas? —respondió Jesús—. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de este mundo. 10 Pero el que anda de noche sí tropieza, porque no tiene luz.

11 Dicho esto, añadió:

—Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.

12 —Señor —respondieron sus discípulos—, si duerme, es que va a recuperarse.

13 Jesús les hablaba de la muerte de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se refería al sueño natural. 14 Por eso les dijo claramente:

—Lázaro ha muerto, 15 y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean. Pero vamos a verlo.

16 Entonces Tomás, apodado el Gemelo,[a] dijo a los otros discípulos:

—Vayamos también nosotros, para morir con él.

JESÚS CONSUELA A LAS HERMANAS DE LÁZARO

A su llegada, Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros[b] de distancia, 19 y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María, a darles el pésame por la muerte de su hermano. 20 Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro; pero María se quedó en la casa.

21 —Señor —le dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.

23 —Tu hermano resucitará —le dijo Jesús.

24 —Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final —respondió Marta.

25 Entonces Jesús le dijo:

—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; 26 y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?

27 —Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.

28 Dicho esto, Marta regresó a la casa y, llamando a su hermana María, le dijo en privado:

—El Maestro está aquí y te llama.

29 Cuando María oyó esto, se levantó rápidamente y fue a su encuentro. 30 Jesús aún no había entrado en el pueblo, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él. 31 Los judíos que habían estado con María en la casa, dándole el pésame, al ver que se había levantado y había salido de prisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar.

32 Cuando María llegó adonde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo:

—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

33 Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente.

34 —¿Dónde lo han puesto? —preguntó.

—Ven a verlo, Señor —le respondieron.

35 Jesús lloró.

36 —¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos.

37 Pero algunos de ellos comentaban:

—Este, que le abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera?

JESÚS RESUCITA A LÁZARO

Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.

39 —Quiten la piedra —ordenó Jesús.

Marta, la hermana del difunto, objetó:

—Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí.

40 —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús.

41 Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo:

—Padre, te doy gracias porque me has escuchado. 42 Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste.

43 Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas:

—¡Lázaro, sal fuera!

44 El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario.

—Quítenle las vendas y dejen que se vaya —les dijo Jesús.

Juan 11:1-44

Confrontando la Muerte

Las hermanas esperaban que Jesús viniera pronto a sanar a su hermano. Jesús retrasó su viaje a propósito permitiendo que Lázaro muriera y nadie podía entender por qué. Pero este relato nos permite ver en su corazón y leemos que estaba enojado. 

¿Con quién estaba enojado? ¿Las hermanas? ¿La multitud? ¿Los discípulos? ¿Lázaro? 

No, estaba enojado con la muerte misma. Además, esta es una de las dos únicas ocasiones en las que se registra que Jesús lloró. ¿Por qué lloró? Porque vio a su amigo retenido por la muerte. La muerte despertó en él, tanto la ira como el llanto.

La Muerte: el villano supremo

Sanando a la gente de enfermedades, por bueno que sea, sólo pospone su muerte. Sanos o no, la muerte finalmente se lleva a todas las personas, sean buenas o malas, hombres o mujeres, viejos o jóvenes, religiosos o no. Esto ha sido verdad desde Adán, que se había hecho mortal a causa de su desobediencia. Todos sus descendientes, tú y yo incluidos, somos rehenes de un enemigo: la muerte. 

Contra la muerte sentimos que no hay respuesta, no hay esperanza. Cuando solo hay enfermedad queda la esperanza, por eso las hermanas de Lázaro tenían esperanza en la curación. Pero con la muerte no sentían esperanza. Esto también es cierto para nosotros. En el hospital hay alguna esperanza pero en el funeral no la hay. La muerte es nuestro enemigo final. Este fue el Enemigo que Jesús vino a derrotar por nosotros. Por eso declaró a las hermanas que:

“Yo soy la resurrección y la vida.”

Juan 11:25

Jesús había venido para destruir la muerte y dar vida a todos los que la quisieran. Mostró su autoridad para esta misión al resucitar públicamente a Lázaro de la muerte. Se ofrece a hacer lo mismo por todos los demás que quisieran la vida sobre la muerte.

Más grande que los superhéroes

¡Piénsalo! Jesús luchó contra un adversario que incluso Stan Lee, con su brillante y amplia imaginación, no podía imaginarse a sus superhéroes enfrentando y venciendo. De hecho, varios de ellos, a pesar de sus poderes, sucumben a la muerte. Odín, Iron Man, Capitán América, algunos de Los Eternos, no solo derrotados por villanos, sino también cautivos por la muerte. 

La audacia de Jesús tal como se presenta en los Evangelios es esta: sin ninguna fuerza especial, agilidad, tecnología o armas exóticas, los escritores de los evangelios lo presentan enfrentando con calma la muerte misma, simplemente hablando.

El hecho de que incluso Stan Lee no intente una trama de superhéroes de este tipo muestra que esta estratagema no proviene de una mente humana, ya que incluso el más imaginativo de nosotros no visualiza una confrontación exitosa con este enemigo. El enemigo Muerte reina de manera suprema incluso sobre los superhéroes del Universo Marvel. Parecería inverosímil entonces que los escritores de los evangelios, sin las oportunidades para expandir su imaginación como lo hemos hecho Stan Lee y nosotros, hubieran podido evocar tal hazaña simplemente en sus mentes.

Respuestas a Jesús

Aunque la muerte es nuestro enemigo final, muchos de nosotros estamos atrapados con ‘enemigos’ más pequeños por cuestiones (políticas, religiosas, étnicas, etc.) que nos rodean. Esto también era cierto en el tiempo de Jesús. De sus respuestas podemos ver cuáles eran sus principales preocupaciones. Aquí están las diferentes reacciones registradas.

Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús creyeron en él. 46 Pero algunos de ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. 47 Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión del Consejo.

—¿Qué vamos a hacer? —dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. 48 Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, y vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar sagrado, e incluso con nuestra nación.

49 Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo:

—¡Ustedes no saben nada en absoluto! 50 No entienden que les conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación.

51 Pero esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús moriría por la nación judía, 52 y no solo por esa nación, sino también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos. 53 Así que desde ese día convinieron en quitarle la vida.

54 Por eso Jesús ya no andaba en público entre los judíos. Se retiró más bien a una región cercana al desierto, a un pueblo llamado Efraín, donde se quedó con sus discípulos.

55 Faltaba poco para la Pascua judía, así que muchos subieron del campo a Jerusalén para su purificación ceremonial antes de la Pascua. 56 Andaban buscando a Jesús, y mientras estaban en el templo comentaban entre sí: «¿Qué les parece? ¿Acaso no vendrá a la fiesta?» 57 Por su parte, los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado la orden de que, si alguien llegaba a saber dónde estaba Jesús, debía denunciarlo para que lo arrestaran

Juan 11:45-57

El drama sigue escalando

Así que la tensión aumentó. Jesús declaró que él era ‘vida’ y ‘resurrección’ y que vencería a la misma muerte. Los líderes respondieron conspirando para darle muerte. Mucha gente le creyó, pero muchos otros no sabían qué creer. 

Deberíamos preguntarnos si fuéramos testigos de la resurrección de Lázaro, qué elegiríamos hacer. ¿Seríamos como los fariseos, centrados en otra cosa, perdiendo la oferta de vida en vez de la muerte? ¿O ‘creeríamos’, poniendo nuestra esperanza en su oferta de resurrección? ¿Incluso si no lo entendemos todo? Las diferentes respuestas que el Evangelio registra entonces son las mismas respuestas a su oferta que hacemos hoy.

Estas controversias crecieron a medida que se acercaba la Pascua, la misma festividad que Moisés inauguró 1500 años antes.  La Historia de Jesús continúa mostrando cómo él, de una manera inmersa en un dramatismo insuperable, llevó este encuentro con la Muerte un gran paso más allá. Este paso nos alcanza a ti ya mí y el control de la Muerte sobre nosotros.

Hizo esto en la última semana de su vida, con acciones extrañas que incluso sacudirían la cabeza del Dr. Strange. Miramos la última semana de su vida día a día, aprendiendo sobre la sincronizacion perfecta del momento de su entrada a la Ciudad de la Muerte.